Revista PROCESO


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Cuando el arte no es trivial

 

Blanca González Rosas

 

 

 

Dos interesantes proyectos generados y promovidos por La curtiduría se clausuran esta semana en la Ciudad de México: El maíz es nuestra vida y Zegache, Talleres comunitarios. Espejos, una intervención artística sobre el siglo XVIII.

 

 

Fundada en 2006 por el artista visual Demián Flores y apoyada desde entonces por la Fundación Alfredo Harp Helú, La curtiduría es un espacio no lucrativo ubicado en la ciudad de Oaxaca que, en muy poco tiempo, se ha convertido en lugar de creación, exposición, encuentro y discusión de la vital comunidad artística que vive en esa hermosa y golpeada localidad. Dirigida por Flores y con la presencia de la historiadora del arte Olga Margarita Dávila como curadora y la artista visual Marietta Bernstoff como encargada de proyectos especiales, La curtiduría fortalece cada vez más su presencia a través de proyectos que vinculan el arte con las necesidades, realidades y problemáticas de la comunidad en la que se encuentra.

 

 

Exhibida desde agosto de 2007 en el Museo de Historia Natural y Cultura Ambiental que se encuentra en la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec, la muestra El maíz es nuestra vida sobresale tanto por su diversidad creativa como por su pertinencia coyuntural. Organizada por la también promotora y activista social Marietta Bernstoff, la exposición presenta 52 obras de 48 mujeres artistas que viven en Oaxaca. Diseñada con el propósito de promover la reflexión sobre la importancia económica, cultural y nutritiva que tiene el místico grano en nuestro país, la exhibición incide discretamente en la importante relación que existe entre la manutención y la conciencia femenina. A través de distintos géneros tanto tradicionales como tecnológicos, entre los que se encuentran gráficas convencionales y digitales, fotografías, videos, instalaciones y prácticas pictóricas, las creadoras abordan temáticas relacionadas con la dañina manipulación transgénica del maíz, el alza del precio de la tortilla, la falta de apoyo gubernamental a los agricultores indígenas y el impacto cultural que tiene el apreciado grano en la identidad mexicana.

 

 

Emplazada en un museo de historia natural que bajo la dirección de Eduardo Vázquez busca la integración de los modelos científico y artístico del conocimiento, la exhibición destaca con obras como la acuarela de Laura Blaconá, quien a través de la representación de granos de diferentes colores cortados transversalmente documenta nuestra diversidad étnica, la instalación de Mari Olguín que confirma la perdurabilidad de la cultura del maíz con la presencia de 25 hermosos metates provenientes de diferentes épocas históricas, o la humorística y dramática impresión digital de Ana Santos en la que se deja testimonio de la importancia afectiva y alimenticia de la tortilla.

 

 

Promovido por Demián Flores, el proyecto de los talleres comunitarios de la población de Zegache que se exhibe en el centro cultural Casa Lamm sobresale tanto por sus objetivos económicos como por la integración que establece entre el arte contemporáneo y los oficios artesanales de la localidad. Creados en el 2000 por el artista oaxaqueño Rodolfo Morales (1925-2001) con el objetivo de generar fuentes de empleo, recuperar los oficios tradicionales y restaurar el patrimonio artístico del poblado situado a 20 kilómetros al sur de Oaxaca, estos talleres conformados por 12 jóvenes han destacado por la reproducción de los espejos del siglo XVIII que se encuentran en la iglesia de Santa Ana de Zegache. Conocidos por sus marcos de tonos rojos pintados al óleo sobre madera de cedro con aplicaciones de hoja de oro, plata fina y temple de huevo, los nuevos espejos expuestos en Casa Lamm se diferencian y destacan por los diseños creados y donados por 24 importantes artistas contemporáneos mexicanos.

 

 

Atractivos por la diversidad de lenguajes y poéticas que transitan entre la figuración erótica –Daniel Lezama–, la abstracción geométrica –Mauricio Cervantes, Francisco Castro Leñero, Gabriel Macotela–, las alegorías –Gilberto Aceves Navarro–, el paisaje –Raúl Herrera–, las referencias fantásticas –Sergio Hernández, Óscar Bachtold, Dr. Lackra–, la sensualidad cromática –Germán Venegas– y el humor –Franco Aceves y Miguel Castro Leñero–, los nuevos marcos son reproducidos exactamente por los talleristas en ediciones de cinco piezas que se ofrecen a un precio de 6 mil 900 pesos.

 

 

Si bien ambos proyectos son interesantes por sus contenidos y objetivos, su principal valor radica en el sentido de integración y beneficio social que recuperan para la creación artística. Un sentido que demuestra que el arte es más arte cuando no es trivial. l